jueves, 29 de abril de 2010

Libertad que nunca libertinaje

“ Mi libertad se termina donde empieza la de los demás “

Santo Tomás de Aquino

Libertad

Que es la libertad, o mejor dicho, qué entendemos por libertad,  porque claro, las cosas cada uno podemos entenderlas de una manera diferente.

Afortunadamente yo he conocido una libertad que me permite, expresarme libremente, vestir como me dé la gana, pensar como quiera y hacer lo que se me antoje, siempre que respete un conjunto de normas que todos nos hemos dado libremente y que se llaman leyes, ¿pero ese es todo el precio que pago por mi libertad?.

A la libertad algunos la llaman “libre albedrio”, otros lo llaman elección, prerrogativa, autodeterminación, privilegio, …, pero lo llamemos como lo llamemos, las personas somos libres para actuar de la manera que más nos interese, pero la libertad tiene precio y ese precio es el de respetar la libertad de los demás por encima de la nuestra, o al menos a la misma altura que la nuestra, pero sobre todo el precio de la responsabilidad o mejor dicho de responsabilizarnos de las consecuencias que puedan tener nuestros actos y/o palabras en el ejercicio de esa libertad.

Tengo libertad de elección para que cuando vaya a una mezquita, si soy mujer, no cubrirme la cabeza y tendré que asumir la consecuencia de no poder pasar. Si quiero rezar libremente en el muro de las lamentaciones, tendré que ponerme un kipá, sino tendré que asumir que no podré hacerlo. Tengo la libertad de entrar en la Basílica de San Pedro en shorts y tengo que asumir que no me dejarán. Yo puedo ejercer mi libertad a conducir, pero si no cumplo las normas de circulación, tengo que asumir la posibilidad de que no me dejen hacerlo; es decir, que muchas veces nuestra libertad chocará con unas normas o leyes que existen por razones culturales, políticas, religiosas, de seguridad,… pero que sobre todo, existen para proteger la Libertad de otras personas. Por tanto, no tengo el derecho a decir que se me está coartando mi libertad, cuando mis actos choquen con esas normas.

En definitiva, la libertad tiene un precio que debemos estar preparados y dispuestos a pagar, y que a veces, nos pueden traer consecuencias que no nos agraden; pero eso es algo que debemos contemplar antes de ejercer nuestro derecho a esa LIBERTAD, con la que tantas veces se nos llena la boca, porque si no estamos dispuestos a pagar ese precio, podemos caer en un desenfreno de nuestros actos o palabras, o dicho de otra manera; a nuestra libertad deberíamos entonces llamarla libertinaje.

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